Al margen de la vista de los peatones la paloma negra yace,
inerte como un trazo de cartón corrugado, se desvanece.
Ni una sola lágrima se ha derramado, nadie la extraña,
irá perdiendo peso, hasta que se la lleve el viento.
Me voleaban los zapatos cuando vi que María pasaba cerca de la iglesia con su pequeña hija, al doblar la esquina vieron una paloma blanca muerta sobre el pasto.
-Mira mamá, una paloma de las de Diosito,- dijo la niña
-Vamos a darle sepultura- Dijo la madre.
Juntas regresaron mas unos cuantos minutos después con una caja de cartón para colocar el cuerpo de la desafortunada ave.
Unos días después pasaron por el mismo lugar, pero esta vez la paloma era negra, al pasar junto a ella la niña hizo un gesto de asco y se bajó de la banqueta, juntas la madre y la hija se fueron a misa.