La Geografía como Ciencia en el Siglo XX.
Al asesinato en México del dirigente comunista revolucionario cubano Julio Antonio Mella, el antiguo miembro del Comité Central de Partido Comunista de Cuba, Jorge A. Vivó Escoto (1906-1979), radicado en Colombia, se trasladó a México a los funerales de aquel, quedándose a radicar aquí e ingresando a laborar en el “Instituto Panamericano de Geografía e Historia” (IPGH). De origen abogado, con estudios de economía y geografía, tenía en ese entonces un especial interés por los temas antropológicos.
Hacia 1940 se entrevistó con el físico, astrónomo y geógrafo de origen español, Pedro Carrasco Garrorena (1883-1966), el último heredero de la geografía espacista en México que intentó darle continuidad, primero en la Facultad de Ingeniería y luego en la Facultad de Ciencias, sin éxito. El acuerdo entre ambos fue trasladar los estudios de geografía al entonces Departamento de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, convirtiéndose en “Departamento de Geografía e Historia”, que más tarde se divide en dos colegios independientes dentro de la misma Facultad, impartiéndose los estudios de geografía como “Geografía Aplicada”, por cuanto al carácter de investigación que reclamaba el formar parte de una Facultad, pero en cuanto a su operatividad, dirigida exclusivamente a la formación docente para la educación media; y, por lo cual, explícitamente se excluían los estudios de una posible geografía teórica (básica, de punta o de frontera, como también se le conoce), que, evidentemente, no podría sino cuestionar una vez más esa geografía fenomenista, que no entendiéndose en su naturaleza a sí misma, pretendía ser “aplicada”, desde luego, sin saber qué es lo que se aplicaba; tal como permanece hasta hoy en día. Y, al igual que en Europa a principios del siglo XIX, ahora en México la geografía adquiría el carácter absoluto de estudios descriptivos fenomenistas, cuya utilidad real va dirigida a la docencia en educación media.
Logo de la ”Sociedad Mexicana de Teoría e Historia de la Geografía sc”, fundada en 1985 por el autor de este Blog, con los geógrafos, José C. Martínez Nava, Silvia Castro López, Vasthy López Vaca y Elios Salgado Herrera.
El profesorado inicial fue un reducido grupo de profesoras de educación básica egresadas de la Escuela Normal Superior, lo que, por la formación centrada en la didáctica de una educación básica de las mismas, junto con el carácter enciclopédico fenomenista y la gnoseología empiriocriticista que reducía el conocimiento a la descripción morfológica, acabó por despojar por completo a la geografía de todo vestigio de su carácter como ciencia.
Y más aún, hubo un problema adicional producto de esa limitada formación de origen de ese profesorado: no se comprendió el esencial fundamento gnoseológico empiriocriticista del conocimiento por la percepción de la experiencia directa, que en geografía Hettner había desdoblado en el “conocimiento de los hechos” (percepción morfológica o de propiedades espaciales), y el “conocimiento de los fenómenos” (descripción del fenómeno); de donde se produjo la principal contribución del empiriocriticismo en Schulz, Davis y Hettner, pudiendo separar con ello el estudio del espacio en geografía, del estudio de los fenómenos por las ciencias especiales.
Aquellas profesoras, cuando nosotros ingresamos al Colegio de Geografía en 1975, aún se referían ingenuamente al “estudio de los hechos”, como el estudio de los fenómenos de cambios imperceptibles (ejemplo: los fenómenos geológicos, como la orografía), y al “estudio de los fenómenos”, como el estudio de los fenómenos de cambios perceptibles (ejemplo: los fenómenos meteorológicos, como la variación de los estados del tiempo). Vivó se dio claramente cuenta de ello necesariamente, pues éste sí tenía claro el problema, tal como lo expone en la parte final de su libro de texto de Geografía Física de 1945, donde expone los fundamentos teóricos de esa geografía; pero “dejó hacer y dejó pasar”, porque el último agregado para erradicar toda posibilidad al estudio espacista en geografía, fue ir trasladando imperceptiblemente (en el desconocimiento filosófico de ese profesorado y sus particulares interpretaciones fenomenistas) esos fundamentos iniciales en el empiriocriticismo, al tercer positivismo: el llamado neopositivismo, en diversas corrientes como el positivismo lógico y una derivación muy influyente, el empirismo lógico, la filosofía analítica, o la filosofía lingüística, todas ellas con puntos en común. Y fue desde el empirismo lógico que Jorge A Vivó, que desde décadas atrás había declinado del pensamiento marxista, reordenó los fundamentos teóricos de la geografía en México.
”Geografía Física”, 1945; de Jorge A. Vivó; texto esencial de la geografía fenomenista desde entonces, en cuyo apartado de sus fundamentos teóricos se exponen las ideas empiriocriticistas de la “morfología”, la “estructura” y el “paisaje”, que no obstante que derivó al positivismo lógico, en posteriores ediciones conservó dichos fundamentos iniciales.
En lo más general, el positivismo lógico afirma que un “conocimiento auténticamente científico, sólo es posible como
análisis lógico del lenguaje, en el contenido empíricamente verificable”
[1]. Y, como algo esencial para la geografía fenomenista, el positivismo lógico tenía como objetivo final, “la reorganización del saber científico en un sistema de la “ciencia única” que describiera “lo dado inmediatamente” y en que se borrarían las diferencias entre las distintas ciencias”
[2]; es decir, el propósito mismo de la geografía fenomenista.
Esta geografía es la que nos recibió en 1975, entendible, sin que percibiéramos el gran debate internacional que ya para entonces se comenzaba a dar, y cuyos materiales, en el curso de nuestros estudios, literalmente dicho y de manera paradójica, afortunadamente nos aturdieron; pues en ello resolvimos “pasar el brazo sobre la mesa echando todo ello al cesto de la basura”; y de nuestro propio rehacer de la historia de la geografía, extraer su teoría con los fundamentos gnoseológicos de la dialéctica materialista.
[1] Frolov, Ivan Timofenko; Diccionario de Filosofía; Editorial Progreso, Moscú, 1984. v. Positivismo Lógico.
[2] Ibid. v. Positivismo Lógico