Amigos en Steemit:
Entre objetos de recuerdo, encontré recientemente una figura que me relató la historia que les cuento a continuación:
Gabi, desde siempre, estaba consciente del gran paso que significaba ser una estudiante.
Por ello y porque su colegio era un lugar muy grande, con altos techos, redondas y airosas columnas y hermosos salones llenos de dibujos multicolores, la niña comenzó a demostrar cierto nerviosismo y a hacer preguntas sobre cómo comportarse entre libros, maestros, directores y alumnos.
Se quedaba muy callada mientras se hacían los ajustes de su uniforme escolar y comenzó a preguntar qué podría hacer un niño si, en algún momento, se sentía solo o tenía miedo.
Verdaderamente era una situación difícil para una persona tan pequeña.
La madre la miraba largamente a los ojos y pensaba. Entonces tuvo una idea: le haría un títere, pero no uno cualquiera.
A medida que iba apareciendo entre las manos de la madre, el guiñol fue comprendiendo. Su misión era acompañar, consolar a la niña, además de recordarle, sin palabras, que afuera de las paredes del colegio estaba, siempre, la madre esperándola.
También el títere hubo de ajustar su uniforme. No por ser un muñeco podía trasgredir las reglas. También tuvo una blusa blanca y una linda falda de tablones azules. La falda y la peluca de largos crespos, convirtieron al títere en una escolar más, una amiga para Gabi.
Así llegó el primer día de clases y la profesora Anita, agachada a la altura de los niños de seis años, las recibió a las dos a las puertas de la sección "B" del primer grado, le dio a la niña un beso y un abrazo y a su títere una gran sonrisa.
Fue un día fantástico. La profesora jugó con la títere, hablándole a Gabi con una voz parecida a las de las abuelas que saludan por primera vez a sus nietos. Luego, con esa misma voz, les explicó, a los veinte niños del primer grado, toda la importancia de cuidar sus cuadernos y sus libros, de saber el día de la semana y la fecha del mes, de mantener la limpieza y de amar a la naturaleza.
La títere del primer grado estaba maravillada. Las cinco vocales desfilaron y bailaron esa mañana, entre risas y aplausos, sonando como campanas de diferentes tamaños.
Cuando la maestra Anita las despidió hasta el día siguiente, Gabi guardó su títere en su hermoso morral rosado y salió tranquila de la escuela. Afuera, su madre la esperaba con las preguntas de las madres: ¿Cómo te fue en clases? ¿Te portaste bien?
Gabi respondió con voz serena:
− Mi maestra es muy bonita.
−Sí, muy bonita. Repetía la títere dentro de la mochila rosa.
Se quedaría allí, esperando que pasara rápidamente la noche, para regresar muy temprano al colegio.
Quería aprender a leer.